Novak volvió a tener una gran temporada y eso indica que los picos que consiguió antes no fueron casuales. Los previos fueron para solidificar a los que vendrían luego y 2015 fue uno de ellos. Para lograrlo aplica un sistema muy concreto: sabe atacar y aflojar según los problemas que visualiza en cada partido. Ve cuándo se aproxima algún lío y el momento en que él merma en su intensidad y lo revierte.

Algo muy importante es que camina muy bien la cancha, algo que yo hacía constantemente y me costó aprender: yo atrasaba las cosas para buscar algún camino alternativo si no estaba todo correcto, porque a veces el cuerpo te da pero después también te pide. Por esa razón, no hay que darlo todo ni pedir todo, sino dosificar.

Djokovic a veces rompe una raqueta porque está enojado por su rendimiento y después sale como una luz. Él lo tiene en su cabeza; su mente es la que claramente manda. Es una persona que aplica un método independiente a la gente que está a su alrededor; maneja todo. Tiene bien claro cuándo apurar, llevar la pelota hacia atrás, traerla hacia adelante… Y hasta puede comunicarse con el público y no desconcentrarse para nada; creo que es un toque maravilloso que posee, como si tomara energía externa. Eso me impacta.

Es muy inteligente, porque hace movimientos largos, cortos, amaga, va al fondo de la cancha, habla con alguien, hace gestos… Tiende a quebrar las cosas normales porque es él quien está al mando de la situación. En cierto sentido, yo fui igual, porque si bien no entablaba diálogo con nadie, sabía perfectamente qué sucedía en el entorno del estadio. Eso te asegura una posesión del lugar donde jugás para no perderte y no te supere el acontecimiento.

En un partido que lo vi jugar, una persona le gritó algo desde la tribuna y allí se vio con precisión cómo somete al ambiente: Novak apenas le apuntó con un dedo de la mano como diciéndole «te tengo» y salió con un punto espectacular. Terminó el partido, ganó y buscó al mismo señor para marcarle que aquel grito no lo intimidó para nada. Con John McEnroe pasaba lo mismo: se ataba las zapatillas, se movía, hablaba, arengaba al público… El rival percibe esa especie de tiranía deportiva y, en cierta manera, pone un freno o un límite entre ambos. Lo hace inmune a todo y provoca que la gente esté pendiente de él. Muy interesante.

Djokovic ejerce supremacía porque, además, no muestra nada. ¿Cómo hizo eso? Nadie lo sabe. ¿Está en un mal momento del partido? Lo soluciona como si nada,,. Este año lo vi buscando más espacios, no fue tanto a la cosa infinita sino a tratar de sustraerle al rival la idea que tuviese. Algunas veces parece que está utilizando una táctica pero, en realidad, no es esa su intención, sino otra que aparecerá tres o cuatro golpes más adelante.

Cuando un tenista domina el circuito debe entender de qué manera está dominando. Uno puede pegar, pegar, pegar, pegar… Y llega un momento en que hay que parar y preguntarse por qué le pega: ¿Hasta cuándo? ¿Cuándo debo hacer algo distinto? Yo lo tenía a Ion Tiriac, quien me indicaba los tiempos y ayudaba a comprenderlo. En 1977, por ejemplo, yo no tenía miedo a perder, sino a defender lo que estaba consiguiendo. Djokovic se para bien en la cresta de la ola. Si se le presenta la necesidad de cortar algo malo durante un partido, cambia de raqueta, habla con alguien… Juega mucho con la cabeza del otro.

Tiene un físico flexible, patina excelente en todas las superficies, en especial sobre cemento, que es muy difícil. Una fortaleza admirable. Utiliza los ángulos, los giros, y en todo momento usa su cuerpo. Me identifico en eso, porque aunque no parezca, para hacer una Gran Willy, un smash de revés o llegar a una pelota lejos por los costados, debía ser flexible. Yo era morrudo, pero elástico. Y Djokovic lo llevó a un terreno superior: corre muy rápido y frena en el instante exacto; o espera el saque con una abertura increíble. Esa laxitud evitó que tuviese muchas lesiones en su carrera, un punto muy a favor para el tenista.

Y algo crucial: tiene muchas cosas buenas y sabe elegir las mejores para su mayor beneficio, algo que no todos pueden hacer.

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