Ya tenemos completos los cuartos de final en Melbourne. Djokovic-Nishikori, Federer-Berdych, Monfils-Raonic y Ferrer-Murray. Los comentarios y opiniones, en abrumadora mayoría, casi dan estos encuentros por meros trámites. Todo el mundo parece dar por descontada la victoria final de Novak Djokovic y parece hasta temerario discrepar de este punto de vista, dados el juego y los resultados del serbio en los últimos meses.

Sin embargo, quiero detenerme hoy en las posibilidades de Roger Federer. ¿Puede el suizo ganar su decimoctavo Slam? ¿Tiene posibilidades en un partido a cinco sets ante el incontestable número uno del mundo? Sinceramente, pienso que sí.. y no pocas.

La clave para Federer está en su desempeño con el saque. No hay más que mirar las estadísticas. El suizo, a partir del 68% de puntos ganados al servicio es casi invencible. Con ese porcentaje o mejor ha ganado, en los últimos 2 años, 118 partidos y ha perdido solo 4, ante Milos Raonic (Paris 14), Nick Kyrgios (Madrid 15, en tierra), Albert Ramos-Viñolas (Shangai 15) y John Isner (Paris 15). Un impresionante 96,72% de efectividad. Federer Advanced Stats

Incluso contra Djokovic -siempre desde 2014- tiene un 4-0 a favor cuando consigue ese porcentaje; dos victorias en 2014 (Dubai y Monte Carlo) y otras dos en 2015 (Cincinnati y las Finales ATP, en la round robin). Federer Advanced Stats (II)

De hecho, el número uno del mundo jamás ha podido ganar a Federer si éste gana al menos ese 68% de sus puntos de servicio. 15-0, ojo al parche, lleva el suizo cuando ha dominado con su saque. No sé si Federer conoce este dato, habrá que suponer que si; de otra manera, alguien debiera decírselo de forma urgente: Roger, si dominas tus juegos ganas seguro.Federer Advanced Stats (III)

Claro, que uno podría preguntarse cuantas veces consigue Federer esos porcentajes. Pues muchísimas. Para ser exactos, en un 73% de los partidos, seguimos hablando desde 2014, alcanza o supera esa marca. De hecho, su media es de un 71% de puntos ganados cuando saca. Solo en su último partido, ante Goffin, se marcó un 78% (52 de 67) que dejó tieso al belga. Federer no tiene que hacer nada excepcional -para él, claro está- sobre el juego que es capaz de desarrollar habitualmente.

En realidad, y según las estadísticas, que son frías pero no mienten, Federer pierde solo cuando se muestra inseguro con su servicio. Y eso le ocurre, malos días aparte, cuando la ansiedad le puede, principalmente en las finales y compromisos ante sus principales rivales, Nole y Rafa. Tenemos un ejemplo reciente en el torneo de Brisbane. El rendimiento del suizo en las primeras rondas fue superlativo: 75% ante Kamke, 77% ante Dimitrov y 90% (!!!) ante Thiem. Pero llega la final ante Raonic, aparecen los nervios, la ansiedad por ganar y su juego se torna errático; como resultado su porcentaje se derrumba hasta un 64% y llega la derrota.

Y no es que Raonic, aunque haya iniciado la temporada a un nivel impresionante, sea ahora un restador como Ferrer. Para Federer existe una dificultad adicional al rival que tiene enfrente. Y es que, insisto,  las grandes citas le presionan sobremanera, atenazando su juego.

Hay otros ejemplos de este fenómeno: Brisbane 2014 ante Hewitt, 60%; Monte Carlo 2014 con Wawrinka, 64%; Canadá 2014 frente a Tsonga, 63%. Finales todas ellas a las que Federer llegó exhibiendo un gran juego. ¿Será por sus rivales entonces?. Veamos: Con Hewitt tiene un balance, desde 2007, de 7-2 a favor. Las dos derrotas, justo en las dos finales que disputaron, la citada de Brisbane y Halle 2010. Con Wawrinka tiene un contundente 18-3. De las 3 derrotas, una en Roland Garros el año pasado y otra en la única final que han disputado, Monte Carlo 2014. Tsonga le ha ganado alguna vez más (11-5), pero igualmente sus últimas dos derrotas fueron en compromisos importantes: RG 2013 y la mencionada final de Toronto hace dos años. Blanco y en botella, siempre es leche.

Por no hablar de muchos partidos con Djokovic donde Federer ha llegado jugando mucho mejor y se ha bloqueado claramente cuando ha tenido al serbio delante. No hay más que recordar las ostensibles diferencias entre el juego de Federer en la semifinal del pasado Wimbledon, ante Murray, y el que mostró dos días después en la gran final con Djokovic. O la final del US Open, donde dominó en muchas fases del partido para flaquear sistemáticamente en los «big points». Nos podemos remontar incluso a las semis del US Open 2010 y 2011, ocasiones en las que no pudo materializar varios puntos de partido.

Desde mi punto de vista, si Federer juega a su nivel, puede ganar a cualquiera, incluidos Djokovic, Nadal, y al mismísimo sursum corda, si es que juega al tenis, cosa que ignoro. La cuestión, más bien, sería como ganarle a él, dado el nivel que exhibe. El problema de Federer no es ni la edad, ni el físico, ni siquiera los partidos largos, aunque ciertamente son factores que juegan en su contra. Su debilidad es que, siendo tan buen o mejor jugador que cualquier otro, como competidor no está entre los mejores y, desde luego, a años luz de Nole o del mejor Rafa.

Y es una lástima, porque a estas alturas el suizo podría tener en su palmarés quizá 20 GS y ser reconocido universalmente como el mejor jugador de la historia. Pero le costó mucho aceptar y entender por qué le ganaba Nadal y eso le condicionó. Acostumbrado como estaba a arrasar de forma incontestable, descuidó el entrenamiento de su carácter y su mentalidad, así como los aspectos tácticos del juego. Simplemente, no lo necesitaba. Estuvo mucho tiempo sin entrenador, convencido de que su talento era más que suficiente. Y eso ha acabado por pasarle factura cuando las irrupciones de Nadal, Djokovic y Murray le hubieran exigido apretar más los dientes, mantener la calma y agarrarse a la pista, incluso entregándose a un esquema eficaz, en lugar de improvisar sobre la marcha como tantas veces hizo en el pasado.

En los últimos años ha entendido que no lo podía hacer todo solo. Que para competir con sus durísimos rivales necesitaba ayuda y, en ese sentido, el trabajo de Edberg se ha dejado notar, dotándole de un patrón adaptado a sus características y necesidades. Pero tantos años de dejación de los factores mencionados han dejado esa pequeña carencia, que se manifiesta en la dificultad para controlar la ansiedad en determinados momentos.

Es este Abierto de Australia el juego de Federer se ha vuelto a elevar a niveles sublimes. Si es capaz de sostenerlo y mantener el control de sus emociones es un claro aspirante al título. Creo que le favorece que el posible enfrentamiento con Djokovic sea en semifinales, para no añadir la presión de la final a la derivada de jugar con el serbio. Antes ambos deberán resolver sus compromisos de cuartos, que no son ninguna perita en dulce. Si finalmente ambos logran superar sus respectivos obstáculos, asistiremos a la 45ª edición de este apasionante clásico que supondrá la posibilidad para Federer de acceder a otra final e intentar romper ese «17» que se mantiene inamovible en su palmarés desde 2012. El mágico «18», tan cerca y tan lejos, espera.

 

Gabriel Garcia / www.thetennisbase.com

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