Cito literalmente a Mario Vargas Llosa en su ensayo “La civilización del espectáculo”

«Ahora los deportes han adquirido una importancia que en el pasado sólo tuvieron en la antigua Grecia. Para Platón, Sócrates, Aristóteles y demás frecuentadores de la Academia, el cultivo del cuerpo era simultáneo y complementario del cultivo del espíritu, pues creían que ambos se enriquecían mutuamente. La diferencia con nuestra época es que ahora, por lo general, la práctica de los deportes se hace a expensas y en lugar del trabajo intelectual».

Antes, cuando veíamos a tenistas como Ilie Nastase, Jimmy Connors, John McEnroe o  Bjorn Borg valorábamos, no sólo sus estilos diversos, sino también que tuvieran que desarrollar una estrategia para derrotar al rival. No les quedaba más remedio que elaborar los puntos, prepararlos  y resolverlos cada cual a su manera. Los admirábamos por buenos pero también por listos.

Actualmente se están produciendo ciertas circunstancias que abren la puerta a unos nuevos derroteros en el panorama del tenis.

Leí hace unos días que en el reciente Open de Australia, más del setenta por ciento de los puntos no sobrepasó los cuatro intercambios. La estadística es similar en el US Open.

Esta noticia no debería sorprendernos aunque creo que sí inquietarnos a los que nos gusta este deporte.

Jamás se ha producido cambio alguno en las reglas del tenis desde que se practica de manera profesional y es evidente que la envergadura y la potencia de los tenistas no es la misma que antaño. No hablemos de las raquetas que se han convertido en armas de tecnología punta, al fabricarse con unos materiales tan ligeros como letales.

De todos es sabido que han habido cambios adaptativos en deportes como la Fómula 1, el fútbol o el baloncesto con la intención de mejorar el espectáculo.

Por poco que me guste, puedo vislumbrar hacia donde se dirige el tenis del futuro. Si no se hace nada al respecto asistiremos a la prevalencia casi exclusiva de la velocidad y potencia de los golpes en detrimento de la habilidad y de la táctica. Por consiguiente, llegaremos al embrutecimiento de un deporte en el que a mi me gustaría seguir viendo la necesidad  del perfeccionamiento continuo, la reflexión y la aplicación de unas estrategias medianamente inteligentes.

De seguir así las cosas, los que nos dedicamos a estas cuitas, deberemos adaptar nuestro discurso (o abandonarlo directamente) y perseguir un nuevo tipo de enseñanza que minimice  la reflexión y nos lleve a eso que rehuían los sabios griegos: separar la práctica del deporte definitivamente del cultivo del espíritu.

 

Toni Nadal

Un Comentario

Ángel Pérez

Muchas gracias por este post. Una pregunta interesante es si debido a estos cambios el deporte se ha transformado sustancialmente desde sus inicios. ¿Es el mismo tenis? O puesto en términos aristotélicos, si los cambios afectan a lo esencial o lo accidental… y si afectan a lo más importante habría que tomar medidas para proteger la inteligencia del deporte.

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